Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.

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Le Corbusier & Zaha Hadid

Moscú 1931 & Cardiff 1994
El Palacio de los Soviets & La Ópera de la Bahía

Claudio Daniel Conenna

 

“…Dos factores independientes se hallan en presencia, simultáneos, sincrónicos, inseparables, indisolubles: un factor biológico un fenómeno plástico… El biológico es el objetivo propuesto, el problema planteado, la utilidad fundamental de la empresa. El plástico, es una sensación fisiológica, una impresión por los sentidos, una carta forzada. El biológico afecta a nuestro sentido común. El plástico afecta a nuestra sensibilidad y a nuestra razón. Reunidos los dos en percepciones sincrónicas, realizan la emoción arquitectural…

Le Corbusier

Le Corbusier, Precisiones, p. 148

Introducción

Pasaron más de 60 años entre un proyecto y el otro. Los principios desarrollados por Le Corbusier para los trabajos arquitectónicos de gran escala y en especial el del Palacio de los Soviets parecen ser reinterpretados por Zaha Hadid en su proyecto para la Ópera de Cardiff. Esa herencia es re-elaborada con una tecnología y lenguaje adaptados a los vigentes en las postrimerías del siglo XX, demuestran la validez de los descubrimientos llevados a cabo por el maestro suizo francés en sus experimentaciones arquitectónicas; lo que nos deja como precepto que para quien sabe leer el pasado, liberando lo esencial de su mensaje, es capaz de realizar proyectos que aporten a la calidad de vida de una ciudad y también al aprendizaje de la arquitectura. Aún así, por circunstancias políticas, ambos proyectos, desarrollados para concursos, corrieron el mismo destino, el de quedar para siempre en el papel. Los edificios que se construyeron en el lugar donde deberían estar ellos, no son sino más que construcciones, inmuebles útiles lejanos a la legítima arquitectura y a sus genuinos objetivos.
El proyecto de Zaha Hadid viene a demostrar que el manifiesto moderno, del que ha estado influenciado, no está agotado. Es necesario saber re-leerlo y re-elaborarlo cada vez. El mecanismo de la planta sigue siendo auténticamente moderno, por la forma en que está organizada, posible de ser circulada y habitada. Igualmente, en el proyecto en cuestión, se observan detalles tales como una planta fluida y a la vez fragmentada, especialmente la del nivel relacionado con la plaza, más un cierto azar calculado entre los elementos que la componen, una arquitectura ligera y elevada del suelo, inspiraciones éstas cercanas a las concepciones artísticas de Malevich y los suprematistas quienes junto a los constructivistas rusos proponían una forma nueva de dinamizar el espacio público apoyados en la tecnología. Algo que en la misma tierra rusa intentara Le Corbusier con el proyecto para el Palacio de los Soviets a principios de la década del ´30. Es de destacar que el maestro suizo-francés se acerca a la Unión Soviética como si fuera la única y verdadera nación moderna poseyente, en ese momento, de los medios políticos, técnicos y económicos capaz de superar y trascender lo regional .
Además de lo formal en sí mismo y de su relación con lo urbano existen en estos dos proyectos dos temas coincidentes que vale la pena destacar: la luz y el movimiento. Le Corbusier por esa época, recorriendo el mundo dictaba conferencias declarando su manifiesto donde incorporaba básicamente estos temas. Respecto del movimiento solía decir:

“…la arquitectura es circulaciónTodo es circulación en la arquitectura y el urbanismo…

Y, respecto de la luz decía en una conferencia en Atenas

“…Del momento que la luz comenzó a entrar en la casa por todas sus fachadas y estaban en proporción con sus múltiples usos, se produjo una gran revolución. Despertando a la mañana el hombre podía recibir sobre sí toda la luminosidad del sol, y ver como se abren frente a él espacios llenos de armonía. Ganó la batalla…”

En el proyecto de Cardiff Zaha Hadid parece tener la misma preocupación, el resolver ambos temas: luz y movimiento, al mismo tiempo y como Le Corbusier solucionándolos desde la técnica para lograr que la relación entre el interior y el exterior sea lo más fluida posible y su distinción lo más imperceptible que se pueda. Para Zaha Hadid el proyecto es una especie de “living room” para la ciudad, desde donde se pueden disfrutar las vistas sobre la Bahía de Cardiff .
En estos dos proyectos en cuestión hay entre otros tres constantes básicas, ambos proyectos impactan desde lo visual exterior, poseen una intensa dramatización del espacio interior y expresan teatralidad en el tratamiento formal y espacial de los auditorios, tema pivotante en las dos obras.

1.- Arquitectura y Espacio Urbano

“…La práctica social hizo que el espacio estuviera disponible para otra cosa: vacante, pero no vacío…”
H. Lefebvre

La ubicación central dentro de la ciudad más el elemento líquido del agua, partícipe básico en cada propuesta, resultan ser determinantes para los diseños. Las visuales y la participación humana a orillas del rio Moskva en el Palacio de los Soviets y la bahía de Cardiff en la Ópera. La propuesta de Le Corbusier se organiza linealmente paralela al rio. La de Zaha Hadid se abre a la plaza acuática oval de la bahía.
La arquitectura de estas dos obras tiene importancia a partir de su contexto físico, de la visión global que ambos tienen del paisaje urbano donde debían implantarse. Son la lectura misma del sitio imaginada arquitectónicamente. Ambos tienen la grafía del sitio, la asimilación formal del fragmento urbano al que habrían de  pertenecer.
Se trata de obras que no se encierran en sí mismas, en sus gestos de belleza formal a modo de esculturas para un espacio urbano. En estos dos casos la arquitectura se abre a la ciudad participa de ella y a la vez permite que esta sea parte de la arquitectura, penetre en ella. La vida de la calle es atrapada y llevada al interior de sus arquitecturas. En ambos casos se crean espacios auditorios interiores y al exterior, algo así como salas públicas para la ciudad, que en el caso de Cardiff funciona a la vez como foyer. En la fluidez espacial urbano-arquitectónica y la valoración del espacio cívico desde la arquitectura radica la importancia de estas dos obras; aunque la forma de tomar el terreno sea radicalmente opuesta. El Palacio de los Soviets no sigue la línea de borde del lote. Crea sin embargo, a modo de una metáfora biológica, un grupo axial central y simétrico, donde se dejan los bordes libres. J.L. Cohen transcribe una frase de Le Corbusier donde define el proyecto al como un organismo puro, intacto y completo .
En la Ópera de Cardiff el borde del lote es la línea de apoyo del proyecto, lo que le otorga naturalmente su forma exterior asimétrica, creando así en su “interior” un espacio Piazza-patio relacionado con Oval Basin Piazza de la ciudad. Se subraya en esta comparación cómo dos posturas formales opuestas de implantación, una prácticamente centrífuga (Palacio de los Soviets) y la otra relativamente centrípeta (Ópera de Cardiff) logren resolver con idéntica calidad la relación entre la arquitectura y el espacio urbano. Ambos proyectos resultan ser en definitiva fragmentos urbanos creadores de un continuum espacial entre sus arquitecturas y la ciudad. Igualmente poseen en común una interacción de formas intervinientes en el contexto urbano.

Le Corbusier ha desarrollado varios proyectos arquitectónicos de cierta escala, o “grands travaux” según los denomina A. Colquhoun donde la adaptación a las circunstancias contextuales físicas son armónicas con la ciudad; contribuyendo al continuum espacial de la fábrica urbana . En ellos  propone al mismo tiempo piezas arquitectónicas prototípicas para la ciudad existente. En la manera de tomar los terrenos y las respuestas arquitectónicas que les da en relación con la ciudad vienen a resultar objects-types urbanos.
La prolongación del espacio urbano público hacia la arquitectura y viceversa aparece en los dos proyectos dan respuesta al tema de las manifestaciones al aire libre y de las vistas panorámicas hacia el espacio acuático en cada caso generados a partir de la rampa como promenade architecturale. La “Esplanade des manifestations en plein air” en el Palacio de los Soviets, y la Plaza elevada en el caso de la Ópera de Cardiff. En el caso del Palacio de los Soviets se trata de un gran espacio de reunión y concentración pública, en otros términos una interpretación moderna del antiguo ágora griego en el sentido funcional y literal del término . El ágora era el emblema de la expresión verbal libre, donde la presencia y la voz del ciudadano adquieren un genuino valor social y cívico, en una palabra: el ágora era símbolo de la democracia.
La forma de representación arquitectónica de este espacio social, denominador común en la idea rectora de ambos proyectos en cuestión son básicamente los planos inclinados continuos de recorrido, que conectan la calle con el edificio y el espacio público con la arquitectura. Este gesto proyectual enriquece espacialmente las propuestas también en la escala arquitectónica, por la dinámica de relaciones que se crean entre los distintos niveles en el interior del edificio. Le Corbusier a propósito escribiría:

“…the various classes of visitors, while mutually seeing each other, follow these precise routes which lead them automatically to their destination. (The routes, inclined planes, constitute a kind of routes de montagnes.)…”

En este juego de rampas y superficies onduladas, Le Corbusier demuestra una vez más cuan adelantado estaba a su época, ya que en nuestros tiempos esta gesticulación dinámica del suelo es usual, pensemos en casi toda la obra de Zaha Hadid y en el Rolex Center de Sanaa en Lausana por mencionar algunos ejemplos. Además Le Corbusier muestra la habilidad de manejar grandes muchedumbres en el espacio variado sin escaleras:

“…Large Hall for 15000 people. General entrance: the audience comes in through a 120 meters wide frontage of continuous doors; they are then filtered through the cloakrooms and from there they gradually ascend to the main hall, from the middle they move towards the forum which is under the main hall. The entire operation, from outdoors right through to the seats in the hall, takes place without the use of a single step, on a continuous, concave, inclined plane…

En el proyecto de Zaha Hadid el juego de planos inclinados, aunque sea de menor escala, la idea básica es de la misma calidad compositiva, donde monumentalidad y espacio urbano al igual que en el Palacio de los Soviets se desarrollan simultáneamente. El proyecto de Cardiff se caracteriza por poseer tres gesticulaciones compositivas básicas complementadas a saber: a) el perímetro del conjunto se eleva por sobre el nivel de la calle; b) la apertura del perímetro en la esquina permite revelar la figura jerárquica del programa: el volumen del auditorio y c) la continuación  del espacio público urbano hacia el interior del proyecto por medio de un plano inclinado de circulación que penetra dentro del espacio abierto interior del conjunto .
Este plano inclinado, a modo de explanada pública, crea a su vez una plaza interior, funcionando del mismo modo que la zona alabeada del Palacio de los Soviets donde por debajo existen funciones de apoyo al tema principal del proyecto: los Auditorios. De esta manera se crean interesantes situaciones espaciales a distintos niveles. La diferencia entre los dos proyectos es que la zona ondulada del proyecto de Le Corbusier es interior y pertenece al foyer, mientras que en el de Zaha Hadid ese espacio es al aire libre.
En este juego de planos inclinados y públicos se puede entrar al edificio sin necesidad de ir a las salas principales-auditorios. Así en ambos proyectos se amplía el espacio cívico, produciéndose una interpenetración espacial que va de lo abierto a lo cerrado, de lo público a las funciones especificas. En el caso del Palacio de los Soviets se desarrolla la idea de una “escultura funcional” monumental axial mientras que en la Ópera de Cardiff se trabaja con la idea de un “collar y una burbuja .
Con todo, en ambos proyectos se leen dos actitudes compositivas diferentes, respecto de la conformación histórica urbana. Para explicarlo nos serviremos de los conceptos de C. Rowe y F. Koetter en relación a los proyectos que tienden a buscar un “destino histórico” y aquellos que se inclinan por una exploración de “continuum histórico”. El Palacio de los Soviets, al ser una obra escultórica despegada de los límites de terreno, tiene connotaciones de creación de un destino histórico, la Ópera de Cardiff al seguir morfológicamente el perímetro del lote genera más bien un continuum histórico, ya que contribuye a solidificar la fábrica urbana. Aún cuando ambos proyectos se acercan a la idea del hecho arquitectónico objetual monumental. A esta monumentalidad podríamos desdoblarla en dos versiones distintas, la del Palacio de los Soviets posee connotaciones simbólicas, mientras que la Ópera de Cardiff es morfológicamente más sensible a la respuesta al lugar. Y en esta relación lleno-vacío respecto del terreno de implantación vale la comparación que en tal sentido hacen C. Rowe y F. Koetter cuando señalan la diferencia entre la Galería de los Uffizi en Florencia de G. Vasari y la Unité de Le Corbusier en Marsella . Con el mismo criterio, aunque las proporciones no sean idénticas, es factible la comparación entre la Ópera de Cardiff, que se ajusta a la forma del lote, con el Palacio de los Soviets que se despega ligeramente de los bordes para liberar así su forma arquitectónica.
 

2.- Forma y Diseño

“…Las  cualidades del espacio monumental no son sólo plásticas, no se aprehenden únicamente a través de la mirada. Posee cualidades acústicas y, cuando no es así, algo le falta a la monumentalidad…”
H. Lefebvre

Ambos proyectos, en sus temáticas de programa están relativamente emparentadas, requiriendo grandes espacios cerrados multitudinarios y de una significativa masa construida. Al mismo tiempo sus auditorios resultan ser elementos jerárquicos esculturales y pivotantes en cada uno de los proyectos en cuestión. Ellos son diseñados de tal manera que permiten, a pesar de su voluminosidad, crear arquitecturas etéreas que disimulen su gran masa volumétrica. Resultan ser en ambos casos masas articuladas penetrables. La estrategia llevada a cabo por Le Corbusier en el Palacio de los Soviets es a través del diseño mega-estructural, y la de Zaha Hadid en la Ópera de Cardiff por medio de la transparencia tanto del foyer así como del semi-anillo que envuelve a la gran sala.
La morfológica proyectual, más que estar condensada en una volumetría única, constante que se verifica en los proyectos de los otros concursantes tanto en un caso como en el otro. El proyecto del Palacio de los Soviets y la Ópera de Cardiff resultan ser formas articuladas, fragmentarias y de clara elementalidad. Esta operación además de permitir alivianar la masa edilicia, contribuye a crear una monumentalidad relativa a la escala humana y una expresión plástica análoga a la de un organismo, donde los elementos funcionales básicos del proyecto adquieren su propia autonomía formal.  
Las exploraciones formales expresivas de ambos arquitectos son conocidas si rastreamos sus experimentaciones arquitectónicas a lo largo de sus obras en el tiempo. En el caso de Le Corbusier esta inclinación ha de provenir, entre otras vertientes, de su colaboración con el gran maestro de la forma Peter Behrens. En Zaha Hadid derivan de la estética constructivista, característico del zeitgeist cuando comienza con sus primeras irrupciones de proyectos hiper-expresivos deconstructivistas.
El desarrollo formal del Palacio de los Soviets es geométrico, simétrico y con expresión escultórica del tema principal del programa. Los auditorios poseen una plástica formal suave. Por su parte la Ópera de Cardiff aunque es un proyecto orgánico dentro de un perímetro riguroso, sus formas son más agresivas. Ello es notorio en el tratamiento de la superficie interior del volumen envolvente, donde a su serenidad exterior se le contrapone una fuerte articulación volumétrica generada por las prominencias de las instalaciones de ensayo. A esa envolvente funcional Zaha Hadid la denomina “collar invertido  debido a que los espacios menores dedicados a ensayos y actuaciones, o “joyas” de ese collar, están vueltas unas contra otras hacia el interior del conjunto. Esa agresividad formal, con el tiempo, Zaha Hadid la irá ablandando llegando a trabajar sus últimos proyectos con notable plasticidad en el tratamiento de las formas curvas, algo que honraría a Oscar Niemeyer.
En las dos obras en cuestión la inspiración proveniente del constructivismo ruso es evidente, aunque cada uno lo interpretara a su manera desde una óptica diferente, según su época y las inclinaciones personales respecto a las respuestas morfológicas. En este punto, donde se devela el problema entre modernidad y posmodernidad, tradición y ruptura, podemos recordar lo que nos dice José L. González Cobelo al respecto:

“…la Modernidad ha hecho una tradición de la ruptura, y su historia es la de la ruptura como tradición…”

En este sentido Zaha Hadid con el proyecto en cuestión entre otros, rompe con una tradición, la lingüística y no la de principios. Parece leer al Le Corbusier de la modernidad, el del Palacio de los Soviets, de la misma manera que el maestro suizo-francés leía la historia, entre líneas rescatando la esencia de sus principios, lejos de cualquier imitación lingüística o de imagen. Tres años después del concurso, en 1934, Le Corbusier hace un boceto desde el trendel complejo románico del Campo Santo en Pisa  comparándolo con su proyecto para Palacio de los Soviets. En tal comparación comprueba la esencia de la similitud compositiva de los dos ejemplos, en la unidad del detalle a escala humana y el ensamble de elementos separados, unificados a partir de su lenguaje y su plano base.
En esa tendencia al cambio, propia de la modernidad que con el tiempo ha generado una tradición, la tradición moderna, la que acaba creando una cadena, más que un círculo vicioso, ya que sus principios esenciales resultan ser perennes, al poder ser respetados sin necesidad de seguir sus expresiones lingüísticas, pues las gesticulaciones morfológicas de cada época, están inexorablemente destinadas a ser negadas con el tiempo por resultar caducas ante la evolución social y tecnológica.  
Cada una de las dos obras en cuestión están comprometidas legítimamente con su tiempo, pertenecen a un contexto temporal determinado, pero lo que queda a modo de apotegma es el aplicar principios proyectuales que logren conmover al hombre que circula y se mueve entre la arquitectura y la ciudad sin que existan verdaderos límites. Así la arquitectura, aún con geometrías heterogéneas, se brinda a la ciudad y esta participa del interior de la arquitectura, dos espacios se integran en un continuum: el arquitectónico y el urbano, dos voces armónicamente se aúnan, creándose de esta manera una sinfonía espacial.
Lo formal expresivo de estos proyectos no es sólo rico en su carácter escultural lo es también en su contenido funcional. Para este tipo de proyectos donde circula y se mueve tanta gente junta, la circulación, eje basal de su funcionamiento, es fundamental y ambos resolvieron este tema con notable habilidad y poesía, haciendo de ellos no sólo un lugar de paso sino un espacio de encuentro.
La articulación formal, densamente resuelta, está en sintonía con otros aspectos funcionales además de la circulación y también con los temas técnicos y de servicio. En esa conjunción se hallan los valores artísticos y poéticos de estas dos obras arquitectónicas.

 3.- El énfasis del Espacio Social

“…La forma del espacio social es el encuentro, la concentración y la simultaneidad…”
H. Lefebvre

Para reconocer el valor del espacio social en estos dos proyectos en cuestión nos ayudarán las reflexiones de Henri Lefebvre quien, más allá de su ideología, nos esclarece conceptos que están íntimamente relacionados a los ideales de una vertiente de precursores de la modernidad como fueron los constructivistas rusos, quienes envueltos en ideales políticos y artísticos produjeron ideas arquitectónicas y urbanísticas útiles para su propia época y también para el futuro ya que fueron rescatadas luego de  varias décadas, aunque sin la esencia de su idealismo político, por la elite del star system de la arquitectura europea durante fines la década de los ´80 y parte de la de los ´90 con los arquitectos deconstructivistas según la caracterización de los  historiógrafos.
Más allá de lo temporal ambos proyectos responden a los ideales del movimiento moderno. El espacio de la modernidad según Lefebvre posee tres caracteres precisos: homogeneidad, fragmentación y jerarquización . En los dos proyectos que analizamos estos tres conceptos resultan válidos pues en la naturaleza de su composición la homogeneidad se lee en lo lingüístico y en lo formal; la fragmentación en la organización funcional de la planta y la jerarquización en la expresión volumétrica diferenciada  de los elementos temáticos base: los auditorios.
En los dos proyectos en cuestión lo físico, lo mental y lo social se hayan concatenados e interrelacionados entre sí. En lo físico ambas propuestas pueden leerse arquitectónicamente con claridad contextual si las aislamos del terreno a la que cada una le corresponde. Sus morfologías nos dan la información necesaria para advertir a dónde físicamente pertenecen. Lo mental se deduce del desarrollo geométrico abstracto que cada una demuestra en su expresividad formal. Y lo social a partir de la proclamación implícita que ambas propuestas encierran, en sus espacios abiertos no geométricos, los cuales naturalmente invitan a la participación de la gente. Así la forma ideal topológica y tipológica de ambos proyectos se entrelaza con lo espacial real de lo social. En el caso del Palacio de los Soviets es de manera más directa pues está contextualizado social y políticamente al lugar y la época; en la Ópera de Cardiff de manera menos directa pero no menos importante. En ambos casos la esencia proyectual proviene de los ideales del constructivismo ruso, al que de manera diferente tanto Le Corbusier como Zaha Hadid han estado relacionados.
El espacio social de los dos proyectos en cuestión se manifiesta, aunque en diferentes escalas a partir de su complejidad compositiva de movimientos, flujos, interpenetración y superposición de fragmentos espaciales alrededor de los elementos fijos construidos existentes, donde la vida cotidiana a través de la arquitectura se entremezcla con la de la ciudad. Así designio y diseño, propósito y propuesta se acercan no sólo en lo literal sino también en lo conceptual pues el designio tiene como propósito mediar entre lo mental que proyecta y lo social que consuma. Logrando así que lo que se lleva a cabo en el pensamiento es posible de ser consumado y lo que se realiza en el espacio maraville al pensamiento.
Otros tres conceptos básicos de la teoría de H. Lefebvre sobre la producción del espacio contribuyen al entendimiento del valor de estos hechos arquitectónicos-urbanos que analizamos a saber: a) la práctica espacial o el espacio percibido, b) las representaciones del espacio, o sea el espacio concebido o el espacio dominante en cualquier contexto, y c) los espacios de representación, vale decir el espacio vivido o el espacio dominado. El espacio percibido es leído en los dos proyectos de manera material, cómo la realidad cotidiana se encuentra con la realidad arquitectónico-urbana a través del movimiento de la gente; flujos estos naturalmente provocados por el espacio concebido el de los arquitectos diseñadores de estas obras. De este modo entre el espacio percibido y el espacio concebido aparece el espacio vivido de los habitantes-usuarios que son invitados a la experiencia espacial de la imaginación y la acción. Esto último se podría complementar con el argumento de R. Sennett en su libro Carne y Piedra , donde sostiene que los espacios urbanos adquieren carácter en gran parte a partir del modo en que las personas experimentan su cuerpo, vale decir cómo el espacio también estimula físicamente a los usuarios y ciudadanos. El cuerpo individual es parte del cuerpo cívico. Un cuerpo activo en un espacio vivo. No hemos de olvidar que en la cultura ateniense antigua los términos ciudadano (gr. polítis) y ciudad (gr. polis) eran términos intercambiables ya que creaban intensos lazos cívicos en la acción del propio movimiento y del diálogo.
Volviendo a los tres momentos (lo percibido, lo concebido y lo vivido) identificados en la espacialidad y que se reúnen en la monumentalidad, H. Lefebvre sostiene que el espacio monumental le ofrece a cada miembro de una sociedad la imagen de su pertenencia, la imagen de su rostro social como espejo colectivo auténtico .
 En ambos sentidos el de R. Sennett y el de H. Lefebvre el Palacio de los Soviets y la Ópera de Cardiff generan desde sus diseños e intensiones proyectuales una atmósfera particular característica de un espacio cívico monumental, con una amplia multiplicidad de sentidos en sus diferentes planos de usos y movimientos. Es por ello que estos dos edificios son más que construcciones pues poseen momentos funcionales ligados por sus formas a las estructuras de la práctica social y a los aspectos de la experiencia urbana, donde personas distintas se reúnen y la vida social se complejiza, en una palabra se hace real y natural. Y donde la extrañeza se torna familiar y a la vez permite la resistencia a la dominación.

4.- Dos proyectos con un destino común

“…Those who carry out great public schemes must be proof against the most fatiguing delays, the most mortifying disappointments, the most striking insults and worst of all, the presumptuous judgements of the ignorant upon their designs…”
Edmund Burke

Ambos proyectos habían sido producto de la participación en sus respectivos concursos. Zaha Hadid ganó el concurso de Cardiff y Le Corbusier si bien no venció su proyecto para el Palacio de los Soviets aún hoy sigue siendo paradigmático. Con todo, ninguno de los dos se construyó y el desenlace estuvo cargado de episodios intensos. De haberse construidos hubieran sido hitos culturales arquitectónicos en cada una de las ciudades para las cuales fueron proyectados.
El concurso para el Palacio de los Soviets fue proclamado por el gobierno ruso, en ese entonces de Stalin.  El proyecto vencedor fue la derrota de la cultura avanzada de los arquitectos y artistas de principios del siglo XX de la revolución Leninista. El proyecto de Le Corbusier fue acusado de parecerse a una usina, aunque provocó un considerable interés. El mismo Le Corbusier declararía que:

“…The jury decided that this Palace should be built in Italian renaissance style. It must be admitted that a palace that in form as well as in technique should be an expression of the new age, can only be the result of a social development that has reached a high point and not of one at the beginning. A civilization as that in Russia, staying in its beginning, needs substantial food, adorned and attractive, beauty to everyman’s taste. Statues, columns and gables are easier to please than the straight and severe lines, the result of meeting difficult technical problems. In Moscow, this I must clearly affirm, the judgement of the jury was probably the result of careful attention to psychology. I recognize the reasons, but still not without regret…”

No es casual que haya sido elegido vencedor del concurso un proyecto como el de  Boris Iofan. El realismo socialista en los primeros años de la década del `30 era la línea oficial en el arte ruso. La cultura abstraccionista era hostil a las necesidades de comunicación masiva en gobiernos totalitarios como el Nazismo y el Estalinismo. Más allá que hayan sido invitados a participar al concurso arquitectos modernos de la Europa occidental tales como W. Gropius, A. Perret, E. Mendelshon y el mismo Le Corbusier .
Le Corbusier leyó y resolvió las necesidades a las que debía responder el concurso del mismo modo que leía la historia de la arquitectura, de manera esencial, profunda, a partir de principios perennes y abstractamente de lo que a simple vista se puede ver en términos lingüísticos y de estilo.  Así el Palacio de los Soviets era para él un auténtico “Fórum de la gente, utilizando la alta tecnología como símbolo social y de cambio histórico; consiguiendo además convertir un programa arquitectónico-urbano social en formas plásticas escultóricas. No debemos olvidar que Rusia alrededor de los años 30 era el “Nuevo Mundo” y Moscú era la “Meca” de arquitectos y urbanistas progresistas, quienes de algún modo tenían asignado un rol protagónico en las transformaciones de la sociedad .
Al estudiar la diferencia que hace H. Lefebvre entre el espacio absoluto y el abstracto entenderemos con claridad porqué ganó el proyecto neo-renacentista de B. Iofan. Pues cuando el mundo avanza del espacio absoluto monumental inaccesible al espacio abstracto democrático que se abre al mundo, a la gente; el poder estalinista coherente con su credo totalitario elige un proyecto símbolo que apunta a lo absoluto en vez de los que se dirigen al espacio abstracto.
La cuestión de la Ópera de Cardiff, si bien es diferente de aquella del Palacio de los Soviets, no deja de ser semejante respecto de su destino. Se puede revisar la publicación de Nicholas Crickhowell al respecto quien describe con lujo de detalles las idas y vueltas, las discusiones entre las instituciones y los responsables intervinientes hasta que finalmente la obra como tal no se concretara. Una decisión sin méritos suficientes para ser tenida en cuenta como verdadera. Una interminable burocracia que busca justificaciones insustentables para no llevar a cabo aquello que en el fondo no se desea realizar.
 Por su parte Zaha Hadid declararía en aquel momento que:

“…The British think contemporary architecture is so definitive and abstract. They’re used to a domestic scale. In this country you don’t have an abundance of incredible modern buildings, they don’t surround you like New York or Chicago. They have never allowed the geometry of the new to filter into the city …”   

Finalmente hemos de entender, aún sin aceptarlo, que no pocas veces los sueños de ver construidas obras cualitativamente significativas que aspiran a una genuina arquitectura y que mejorarían contextual y culturalmente el ambiente urbano de una ciudad acaban siendo por razones de miopías políticas grandes pesadillas. En este caso estas dos arquitecturas no construidos, fueron sin dudas dos oportunidades desperdiciadas.

Conclusión

Estos dos proyectos aunque no se hayan construido logran con sus propuestas ser ejemplos didácticos e inteligibles por sus calidades espaciales arquitectónicas y urbanas. Aunque lo que se intenta sostener no sea verificable desde lo vivencial, sino más bien desde la imaginación y la experiencia del conocimiento arquitectural, podemos afirmar que los edificios que se construyeron en su lugar no aportan nada nuevo ni de calidad a la cultura arquitectónica y urbanística de las ciudades a las que pertencen. En cambio el Palacio de los Soviets de Le Corbusier y la Ópera de Cardiff de Zaha Hadid consiguen dotar a la arquitectura y al urbanismo de una energía particular, por el grado de ingravidez y la dinámica del movimiento público que proponen. Son proyectos que invitan a ser transitados, paseados, caminados, pues a cada paso un nueva perspectiva se aparece, siendo diferente, inesperada y atractiva. El instante perceptivo podrá congelarse momentáneamente en su recorrido; sin embargo la perspectiva en el movimiento a través de estos espacios casi nunca.
Han pasado entre el proyecto de Moscú y el de Cardiff más de sesenta años. Desde el complejo de Pisa hasta el Palacio de los Soviets donde se verifican los mismos principios y reglas arquitecturales transcurrieron siglos. Lo verdaderamente valioso en estos ejemplos es que a pesar del paso del tiempo la esencia espacial de estas propuestas siguen siendo válidas por ser estimulantes, debido a que contemplan el hábito humano de recorrer y pasear al aire libre, el modo en que un espacio público arquitectónico-urbano es utilizado, habitado, transitado, en última instancia experimentado por la gente en toda su dimensión. Las formas lingüísticas de expresión, si bien son el ropaje con que cada época se viste manifestando según sus tecnologías y sus modas una versión estilística identificadora de lo temporal, aportan datos de diseño entrelíneas al observador atento.
En este punto podemos destacar una frase de Le Corbusier en una conferencia que dictara en Moscú (1928) donde nos deja un mensaje didáctico sobre el aprendizaje arquitectónico de la historia a través de salvaguardar los valores esenciales de las grandes obras del pasado que en su momento fueron actuales:

“…It is a criminal mistake to resuscitate things from the past, for the result is not living organisms but papier mâché ghosts, but it is essential to preserve the testimony of works that in their time were ‘contemporary’, that they might serve as a lesson and provoke admiration among people of quality…”
 
Al analizar estas dos obras de Le Corbusier y Zaha Hadid respectivamente, dos arquitectos reconocidos de la representación del espacio o el espacio científicamente concebido y de gran expresividad formal, descubrimos que ellos mismos nos dejan una lección importante para nuestra época de la hiper-expresividad formal del espacio: la de resaltar el valor de producir arquitectura para conmover y hacer feliz a la gente que la utiliza, se mueve, transita y pasea por esos espacios que los arquitectos creamos. Espacios arquitectónicos-urbanos donde el ser humano en su transitar por ellos se vuelve espontanea y simultáneamente espectador y espectáculo. De esta manera el espacio concebido no se reduce solamente a lo visible y lo legible sino más generosamente se orienta hacia la producción de espacios genuinamente vivibles donde se activan, en sus usuarios, las inquietudes creativas humanas.
Le Corbusier en el Palacio de los Soviets se acerca a la actitud griega de la antigüedad donde arte y tecnología eran una misma cosa. Un tema sobre el cual P. Francastel dedicara interesantes páginas, enfatizando la dimensión antropológica. Aunque en gran parte el intelectual francés disienta radicalmente con Le Corbusier en cuanto a la esencia de lo social que desarrollara el arquitecto suizo-francés en su obra, sobre todo en sus propuestas urbanísticas .
Zaha Hadid plantea la Ópera como una masa excavada cristalina donde todo es transparencia y luminosidad diferenciándose del tipo de salas tradicionales como bloques compactos y cerrados. En esa línea se acerca a lo que Erwin Panofsky de algún modo manifiesta en su teoría de la clarificación a través de una reflexión visual sobre el pensamiento escolástico donde predominan la claridad y la iluminación expresados en el tratamiento de los muros catedralicios góticos, comparados con la pesantez edilicia y la penumbra espacial de la arquitectura románica que le precediera.
Además la Ópera de Cardiff se eleva, se aliviana y se hace diáfana del mismo modo que los proyectos ensayados por los constructivistas a través de la explotación tecnológica del hierro y vidrio, la ambiciosa técnica y la dinámica morfológica. Coincidentemente muchas de esas ideas proyectuales de la vanguardia rusa han quedado en el papel.
Con todo, aunque el Palacio de los Soviets de Moscú y la Ópera de la Bahía de Cardiff, hayan tenido el mismo destino, de quedar solamente en proyectos, dejan una herencia, una lección: la de construir ciudad y generar cultura con la arquitectura. Contribuyendo así, como un eslabón, al enriquecimiento de la cadena que constituye la historia de la arquitectura.  

Claudio Conenna

PhD., Arquitecto y Docente de Diseño Arquitectónico y Teoría de la Arquitectura en la Universidad Aristóteles de Salónica, Grecia.
cconenna@arch.auth.gr


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Ágora = Αγορά proveniente del verbo griego Αγείρω (Aguíro) = συναθροίζω (congregar), συγκεντρώνω (concentrar).

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  Claudio Conenna
marzo de 2016